Hablo con el viento desnudando mi vida en ráfagas de brisa imbuida de deseo herida en lo profundo del ego con vacíos en la piel. Envuelta en manos sin caricia. y en efímeros alientos confundidos y ardiendo de tanto ayer. Las sábanas impregnadas de llanto enfrentan al amor inútil que quieren abandonarnos. Tras la ventana abierta otras horas pretenden ocupar nuestro lecho, oler nuestro ser y habitar nuestro pecho anhelando sorber el flujo de un amanecer como aquel colibrí que llegó, de aquella flor probó dejando a su paso tormento. Hablo así al viento queriendo ser en él la íntima pasión que despierte su placer, al fuego pertinaz e invitarlo al cálido brasero que transforma el dolor en voluptuoso baile donde se juntan los cuerpos.