La simpleza del mundo se encuentra en un niño. En la pureza de su mirada, en la magia de sus actos y en la inocencia de su pensamiento. Y en él se descubren los misterios.
Por esas veces en que las palabras logran abrazar y dar calma, aún en la distancia. Y por esas otras veces en que las manos hablan, cuando no se puede traspasar el silencio de las lágrimas.